domingo, 11 de noviembre de 2018

Noviembre



Será este frío, que llega siempre tarde
y nos sorprende con la ropa de entretiempo.
Volvemos al ritual: cambiar las sábanas,
encender el radiador, escandir versos.


Las autoridades desaconsejan, por riesgo de huracán,
salir de casa
y las místicas recuerdan
“en tiempo de tribulación, no hacer mudanzas”.


No sé en qué ciudad fue. Solo recuerdo
(quizá es que me retienen los detalles)
el nombre de aquel bar, los empedrados
de calles de arrabal y periferia.
Los aeropuertos donde hicimos mil escalas
cuando soñábamos con asaltar los cielos.


Soplar las velas, dices, tiene algo
de mirada a donde te vaciaste tantas veces,
a esas vidas que sostenemos
como cristales frágiles
que se hacen añicos entre nuestros dedos.


Y si aún nos queda tiempo
mejor que no lo inviertas
en planes de pensión a plazo fijo
junto a un amanecer seguro y cierto.


Vivámonos mejor en las trincheras.
Allí sabrás que puedes encontrarme.
Allí siempre
tatuando a flor de piel
revoluciones cocinadas a fuego lento
entre treguas y batallas infinitas
en los cuarteles de este invierno.






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