domingo, 29 de septiembre de 2013

Entre costuras


            



           Soy bastante  malo para las fechas. Tengo que reconocer que las redes sociales me sacan de más de un apuro cuando se trata de recordar cumpleaños, aniversarios , conmemoraciones y demás eventos señalados.
Sin embargo, hay  círculos de colores  rodeando fechas en el calendario de la vida que sirven para poner de relieve que lo insólito se da, en la mayoría de los casos, en la tranquilidad de la rutina y el silencio del anonimato.
Hay nombres que no brillan en lo alto de los pedestales ni deslumbran a la galería y que, sin embargo, son levadura en medio de la masa, son engranajes que impulsan y alientan la vida desde la trastienda, en la retaguardia. Son los que se encargan, entre tramoyas, de que todo esté listo para la función pero no aparecen en escena y desgraciadamente no suelen figurar  tampoco en los títulos de crédito ni en los agradecimientos iniciales.
Y parece que no es ningún ejercicio digno de mérito descubrir las virtudes de una madre, y mucho menos el día de su cumpleaños.  Al fin y al cabo, todos tenemos una y solemos decir que es la mejor del mundo sin muchos miramientos y coincidimos en que todas poseen esa especie de sexto sentido, esa intuición agudísima que les hace captar nuestros estados de ánimo y preocupaciones con un solo pestañeo y esa capacidad desconcertante de encontrar objetos perdidos y recomponer las situaciones más desencajadas.
Pero igual sí que hay, también, algo de virtuoso en leer toda esa miríada de opciones  de toda una vida como una  verdadera filosofía de decrecimiento,  de alumbrar en lugar de brillar, de hacerse pequeño para que otros se hagan grandes y de entregar la felicidad propia a la felicidad de los otros.
De entender que los límites nos hacen encontrarnos en lo más humano, despiertan la gratuidad más primigenia y acrecientan nuestro hambre de creer y de crear, a pesar de las mareas , los vientos y las tempestades.
De saber que lo natural en este mundo es que nos quieran no por ser como somos o hacer lo que hacemos sino, simplemente, por ser  y que hay apuestas que resisten las lluvias que nos asolan y no se merman por los continuos fracasos, las caídas y las decepciones.
Hay ya en casa muchos bestsellers, muchos pendientes, pulseras y collares (la mayoría del mercado medieval de Al Mossassa que siempre se celebra por estas fechas y me saca del escollo a última hora) y unos pocos de los discos de Serrat y Sabina de los últimos años.
Por eso hoy pongo sobre la mesa esta prosa sencilla e ilusionada que es, como todo lo demás, patrimonio y  dulce fruto de tu inabarcable magisterio.

Felicidades.



viernes, 20 de septiembre de 2013

Veintiuno de septiembre



Hoy la sabia intuición de la mañana
me despierta con la brisa aventajada
de un acorde, una palabra, una mirada.

Hoy el día amansa la inquietud
de las batallas por librar
y las libradas,
de las historias por contar
y las contadas,
de la vida desbordante, desbordada.

Hoy el olor a tierra mojada
delata las pisadas del camino
y aventura las rutas venideras,
exordio de ambiciosas primaveras.

Hoy este árbol de genio portentoso
proyecta su alargada sombra, amigo
y madruga la mañana, deseosa
de verme seguir 
caminando contigo.