jueves, 28 de abril de 2016

La casa común







Emergeré de estas aguas de naufragio
hacia una playa serena
sosteniendo entre mis brazos
de caña quebrada
a una mujer, a una
amazona en primavera,
sirena profunda y clara
de mirada de cristal
y senderos de acuarela.

En su pecho he descifrado los misterios de la ciencia,
he amansado a mis fieras,
he convocado las lluvias
y he barruntado tormentas.

En su vientre he auscultado
los latidos ancestrales de esta tierra
y en el mapa de su cuerpo
(un paraíso perdido
de surcos y enredaderas)
hemos trazado las sendas
de la geografía viviente
que nos conduce y orienta.

Sus manos junto a mis manos
amasan con mimo y paciencia
el barro húmedo,

   imperfecto,

de la artesanía primera.

Descalzos, los pies dibujan
nuestros nombres en la arena
y una luz mediterránea
bendice el tiempo y la espera.

¿Hacia dónde? No preguntes.
Coge mi mano con fuerza,
que he visto en tus ojos el mar
con su inmensidad serena.

El sol nos ciega. No temas.
Coge mi mano con fuerza,
que nos sonríe la Tierra
y hay una vereda abierta
con la palabra

                                                        nosotros

que mira hacia rutas nuevas.