Emergeré de estas
aguas de naufragio
hacia una playa
serena
sosteniendo entre
mis brazos
de caña quebrada
a una mujer, a una
amazona en
primavera,
sirena profunda y
clara
de mirada de
cristal
y senderos de
acuarela.
En su pecho he
descifrado los misterios de la ciencia,
he amansado a mis
fieras,
he convocado las
lluvias
y he barruntado
tormentas.
En su vientre he
auscultado
los latidos
ancestrales de esta tierra
y en el mapa de su
cuerpo
(un paraíso
perdido
de surcos y
enredaderas)
hemos trazado las
sendas
de la geografía
viviente
que nos conduce y
orienta.
Sus manos junto a
mis manos
amasan con mimo y
paciencia
el barro húmedo,
imperfecto,
de la artesanía
primera.
Descalzos, los
pies dibujan
nuestros nombres
en la arena
y una luz
mediterránea
bendice el tiempo
y la espera.
¿Hacia dónde? No
preguntes.
Coge mi mano con
fuerza,
que he visto en
tus ojos el mar
con su inmensidad
serena.
El sol nos ciega.
No temas.
Coge mi mano con
fuerza,
que nos sonríe la
Tierra
y hay una vereda
abierta
con la palabra
nosotros
que mira hacia
rutas nuevas.
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