miércoles, 17 de febrero de 2016

La higuera seca


(Lc 13, 6)



Riégala una vez más, aunque no sepas
el fruto que dará, si algún momento
de la piel castigada del sarmiento
darán brote, sin ruido, algunas cepas.

Germinará despacio, así, muy lenta.
Quizá ya ni la esperes con paciencia.
Será en silencio, débil, sin urgencia.
Será de noche, no te darás cuenta.

Quizá estés abatido cuando un día
el tesoro perdido, siempre hallado
te sorprenda en mitad de tu partida.

Vende todo, no empeñes la alegría
que nace del abrazo y del cuidado
pequeño, leve y frágil de la vida.




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