sábado, 26 de abril de 2014

De luces y sombras



Alegoría del mundo en el teatro de las sombras. Se apagan las luces y empieza el desfile de siluetas celestes en la oscuridad. La Tierra y los planetas animados, los continentes y el mosaico de las culturas bailan al son de la banda sonora de grandes éxitos de los setenta.

En el centro, se mueve con libertad el mayor de los títeres: el hombre ante la inmensidad del universo. El hombre creador y el hombre creado. El hombre desolado ante la barbarie y el abismo y el hombre que cree y edifica. El hombre contra el hombre.

Sigue la música y los pasos del viaje iniciático: África y Asia en la cuna de las civilizaciones, la globalización y los perfiles del poder, el dinero y su sacralización crónica y devastadora, la guerra y la muerte epidémica.

Y, de nuevo, el hombre abatido contra el hombre esperanzado, el hombre que alienta la fe en el hombre levantando palabras de vida, de esperanza y de justicia.

Cuando finaliza el teatro se enciende la luz, se caen los títeres y  se evapora la ilusión.

Enfundados en trajes negros, los actores, visiblemente emocionados, agradecen la ovación al público. Sus rostros y sus cuerpos no se mueven ya con la libertad de la fantasía creada tras las sombras y, sin embargo, se desbordan en la alegría del momento. Son jóvenes chavales con parálisis cerebral.



Fue el jueves, en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, esa pequeña comunidad situada en una de las zonas más afortunadas de nuestra ciudad y que, con la naturalidad de la familia acogedora que no se encierra en los muros de la casa y dispone la mesa siempre para los demás,  mira, siente y hace  cada día desde los más débiles tanto cercanos como lejanos a su entorno.

Ese día era teatro, magia y merienda con personas con discapacidad de diversos centros de Badajoz.

Yo estuve solamente un rato como espectador, escuchando, viendo e intentando capturar con la cámara instantáneas de este encuentro con la sencillez de la diferencia, y no podía evitar recordar el verano pasado: Losar de la Vera, de los límites a la posibilidad, San Gil…




Y pensaba que quizá hoy, más que nunca, la sociedad necesita escuchar a las personas con discapacidad no por la mera compasión y solidaridad hacia el necesitado, sino porque son el testimonio rico y verdadero de que es posible ser feliz  y realizarse plenamente desde la aceptación de la debilidad y los límites que a todos nos encadenan.


En este mundo que se agrieta a fuerza de dilatar las tensiones de la naturaleza, de exprimir el crecimiento desorbitado de la economía o impulsar la carrera desbocada del hombre por el hombre pero sin los hombres, a lo mejor es preciso darnos cuenta de que los límites son el lugar donde nos reconocemos sin máscaras ni sombras, donde nos encontramos y nos identificamos en lo que nos hace más profundamente auténticos y más profundamente humanos.



3 comentarios:

  1. Siempre me hacen reflexionar tus palabras.....

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  2. No me perdono que se me pasara la fecha... el año pasado me llenó de vida ese encuentro...Gracias por compartir tu contemplación del hecho.

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  3. Ojalá la sociedad y la iglesia se organizaran desde los límites de la debilidad y menos desde la soberbia infinita de quienes anhelan pastorear al prójimo, sea desde el púlpito que sea. Muy recomendable la siguiente reflexión de Arregui:http://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/4969-iglesia-de-pastores-y-ovejas.html

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