viernes, 15 de marzo de 2013

El ánfora vacía



En el Sínodo para La Nueva Evangelización celebrado en octubre del pasado año, los obispos empleaban una metáfora de  enorme belleza y sugerencia para ilustrar el retrato del mundo actual y el desafío de la Iglesia ante él: “La samaritana con el ánfora vacía es la imagen del hombre contemporáneo, que tiene sed y nostalgia de Dios y al que la Iglesia debe dirigirse para hacérselo presente”.
No había pasado ni medio año desde entonces y los cristianos y no cristianos del mundo nos sorprendíamos con la renuncia del pontífice Benedicto XVI. Aquel papa de imagen tan recia y conservadora, cuya elección fue una gran decepción para aquéllos que soñábamos con un cambio en la Iglesia tras el largo pontificado de Juan Pablo II,  ahora se retiraba,  mostrando, en el cansancio del cuerpo y el espíritu, la debilidad humana de manera tan natural como humilde e incluso conmovedora para algunos.
Con una imagen cuyo deterioro se agrava con la cobarde resistencia a abrazar las realidades de la mujer y su dignidad, la realización de la dimensión sexual del hombre y el amor homosexual, así como con las continuas revelaciones de escándalos de pederastia, la Iglesia, tiene, a pesar de todo, el privilegio y la responsabilidad de hacer al mundo escuchar y ver la Palabra de Jesús, que hoy , más que nunca, resuena en las paredes agrietadas de esta realidad en crisis con renovada ilusión y vigencia y no precisamente entre los ampulosos desfiles de la jerarquía y la Curia Vaticana.
Hace un par de días, contra todo pronóstico, saludaba al mundo el primer papa latinoamericano de la historia  y sorprendía por su disposición humilde al escoger sus atuendos y al pedir al Pueblo de Dios la oración para él en lugar de lo contrario.
Hay quienes se apresuran  en rescatar informaciones sobre las nada claras relaciones del cardenal Bergoglio con la dictadura argentina y su férrea oposición al matrimonio homosexual ( ¿Realmente alguien espera que haya algún prelado a favor?) y otros, por el contrario, alaban la humildad del Papa Francisco, un hombre que viaja en transporte público, renuncia a residencias oficiales de lujo y lucha por los derechos de los más desfavorecidos.
Aún me parece pronto para valorar a nuestro nuevo Pontífice, tanto positiva como negativamente, pero reconozco que no me desagrada en absoluto que sea una persona que piense y sienta en la lengua de Córtazar y Cervantes, que sea jesuita y que tenga  una importante inquietud social .
En cualquier caso, la gran pregunta quizá sea  ¿Qué es lo que la Iglesia tiene que ofrecer hoy al mundo y al hombre contemporáneo? Un hombre que tiene sed de encuentro (las redes sociales y los medios de comunicación dan cuenta de ello) y también de trascendencia, o mejor dicho, de sentido, ante el fracaso del sistema capitalista y una globalización que extiende sus redes con muchas posibilidades, pero también con grandes peligros.
Si volvemos la imagen a la samaritana y al ánfora vacía, recordaremos que para Jesús el encuentro no es algo azaroso ni fortuito: Jesús sale al encuentro premeditadamente para calmar y colmar de sentido y dignidad la vida del hombre.
Esperemos que Francisco sepa impulsar la renovación de una Iglesia que mire más al Pueblo de Dios y a las heridas del mundo que a las estolas y los confesionarios, que pronuncie palabras de acogida y no de condena, y sepa prolongar, con rostro de alegría y compasión, la acción revolucionaria de Cristo en la historia.


1 comentario:

  1. ¡Chacho, qué valiente!
    Comparto tu reflexión y tu prudencia: "ya veremos", también que me gusta la elección y el elegido y tu petición.
    Y al hilo de tu reflexión, yo le doy vueltas a una cosa,... de pronto parece que todo depende del papa: la "salvación", la transformación, la renovación de la Iglesia, ... ahora TODOS estamos satisfechos y esperanzados por que él va a impulsar la Iglesia que TODOS esperamos y deseamos, ¿y nosotros qué pintamos aquí? Alguna responsabilidad tendremos nosotros, digo yo, en la renovación de esa Iglesia, no?
    Y otra cosa que mese ocurre y me hace pensar: ¿Cómo es que estamos TODOS tan contentos y satisfechos con esta elección? ¿hay quien no? (sí, bueno, aparte de quienes le ven colaborador de la dictadura y poco amigo de la homosexualidad) TOOODOS estábamos esperando un papa preocupado por los pobres, que renueve la iglesia y la haga optar por los pobres, ....? jo, pues no sé qué hemos estado haciendo hasta ahora.

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