domingo, 8 de abril de 2012

Pon una nota de alegría



“Y somos gente decidida a entrar en acción,
gente sin complejo en darle uso al corazón”

              Con esta frase resumiría el espíritu de este encuentro, que desde el miércoles por la noche, con la cena de los pueblos, hasta la celebración alegre y viva de la Vigilia Pascual y la fiesta final, se ha movido con fuerza en el interior de todos nosotros durante estos cuatro días. Para mí ha sido mucho más: reuniones, organización, llamadas, preocupaciones, responsabilidades y satisfacciones.
              El poso que queda vuelve a ser el de la vivencia intensa, renovada y seductora del proyecto de Jesús, encarnado en la vida de un movimiento joven, que prende pábilos y rompe barreras para ofrecer al mundo alternativas, encarnadas en la belleza de la lucha por la justicia.
              Son muchas sensibilidades las que estos días ha aunado una celebración común del Paso de Jesús de la muerte a la vida, de la opción más radical por los pobres y desheredados del mundo, que a la luz de experiencias y vidas reales se sigue dando hoy en nuestro mundo.
Parece difícil para nuestro mundo entender que la felicidad y alegría auténtica no están en el capricho, sino en la educación de un deseo profundo que pasa por hacerse cargo de la realidad, mirar fijamente al sufrimiento y tener la sensibilidad, los sentimientos y las entrañas para dejarse afectar por él: los jóvenes chavales de secundaria nos dan una lección poniendo su creatividad al servicio de eso sentimientos, expresando con libertad las sensaciones que nuestro mundo les produce mientras que nosotros, estudiante inquietos e inmersos en la vida de las universidades, centros superiores y ciclos formativos, afilamos y pulimos nuestra mirada, para adquirir una óptica crítica, radical pero también compasiva y tierna, profunda e intensa.
              Los graduados, encarando la difícil realidad de la incorporación laboral en este tiempo, se plantean el desafío del compromiso sociopolítico para llegar a la comprensión del mundo y poder  cambiarlo desde la implicación y participación ciudadana en las distintas estructuras sociales.
              Y el marco de todo esto es la ciudad de Fuente del Maestre, casa fraterna que nos acoge, calurosa, cercana y hermana a pesar del tiempo frío de estos días.
Alrededor de ochenta jóvenes venidos de Badajoz, Barcelona, Bilbao, Cáceres, Madrid, Palencia, Plasencia, Valladolid y Hawai (en representación de una realidad internacional de movimientos que laten con un mismo sentir alrededor del mundo) movidos con un motor incombustible de alegría, de la alegría del encuentro, del reencuentro, la alegría del sentido primigenio de la Pascua de la Resurrección, que a lo largo del tiempo se ha ido en gran medida devaluando bajo el peso de las representaciones centradas en la peso del sufrimiento, la pasión y la penitencia.
              Son todos estos signos de una esperanza que late en el mundo: Dios es joven y alegre… y el Evangelio es noticia, algo que para ser transmitido y nosotros estamos llamados a esta misión ilusionante porque esta noticia es demasiado buena como para no contarla; este tesoro, esta perla, es demasiado preciosa para no compartirla y la vida, en definitiva, es demasiado valiosa como para no entregarla.










2 comentarios:

  1. Decía Benedetti:

    Defender la alegría como una bandera
    defenderla del rayo y la melancolía
    de los ingenuos y de los canallas
    de la retórica y los paros cardiacos
    de las endemias y las academias

    La alegría de un proyecto ex-céntrico y sincero, honestamente feliz. Gracias por el regalo.

    Feliz Pascua de Resurrección.

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  2. Encontrarme con el nacimiento de este blog de Álvaro, vuelve a ser para mí señal del REsucitado y de su ESpíritu que se mueve con una agilidad y gracia que me sorprende y me alegra contínuamente. No hay duda para mí de que este blog "pondrá un verdadera nota de alegría en el mundo desde la red", será "buena noticia"; para mí ya lo es, otro trozo de pan divino para seguir comulgando en la verdadera y real presencia de Cristo en la historia con la fuerza del ESpíritu, que habita ya en nosotros.

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