viernes, 13 de abril de 2012

Convergencias y divergencias





Hace poco más de un mes llegaba a nuestro conservatorio  la noticia de que se había denegado el reconocimiento oficial de nuestras titulaciones como Grados pertenecientes al Espacio Europeo de Educación Superior.

Tras muchos años de lucha por un reconocimiento oficial de los estudios artísticos  se había emitido un decreto ley, en virtud del cual no sólo las universidades, sino también los centros superiores de enseñanzas artísticas (Conservatorios , Escuelas de Bellas Artes…) podían expedir títulos con tal denominación, de manera que mi promoción sería la primera en salir a la calle con un Grado en Música , Especialidad Interpretación, al igual que el resto de las carreras universitarias que se han sumado al sistema Bolonia.

La mecha se encendió cuando la Universidad de Granada interpuso una demanda a este decreto por existir confusión entre ciertos títulos emitidos por la Facultad de Bellas Artes y otras Escuelas Superiores Artísticas no universitarias.

Como consecuencia de esto, el tribunal Supremo dicta en su sentencia la anulación de la consideración de Grado a estos estudios superiores.

Esta sentencia ha suscitado el debate en el mundo académico artístico y han comenzando movimientos de asociaciones de conservatorios y centros artísticos para buscar soluciones al problema.

La solución, como es natural, pasa por establecer un marco legal y jurídico para nuestras enseñanzas (con leyes específicas, pues el decreto ley es un mero parche) que les otorgue una situación de igualdad y no discriminación con respecto al resto de estudios universitarios.

Si bien todos (profesores y alumnos) estamos de acuerdo en que es necesaria la homologación de nuestros títulos al Grado europeo para así poder movernos en las mismas condiciones con respecto al resto de carreras universitarias, no nos ponemos de acuerdo en cuál es la mejor salida para este escollo.

Las opciones que se barajan son tres: mantenernos como estábamos hasta ahora (pero con una regulación legal consistente) como Conservatorios Superiores y expidiendo títulos de Grado; integrarnos en la Universidad (como otra Facultad o Escuela) o bien la creación de una nueva universidad específica de las Artes.

Siendo conscientes de que es necesario contrastar muchas opiniones y barajar muchas ventajas e inconvenientes antes de formar una opinión clara, mi reflexión viene ahora de cara a lo que considero las grandes riquezas de nuestro tipo de enseñanza y veo fundamental preservar.

Nuestros estudios son la herencia de una tradición artística que viene de la Antigüedad. Era frecuente en épocas como el Renacimiento que un artista joven (pintor, por ejemplo) con talento y capacidades expresase su deseo a un gran maestro de estudiar con él y, si éste aceptaba, lo usual era que el discípulo se fuese a estudiar durante una larga época a su casa, viviendo con él y absorbiendo al máximo durante esta etapa, de forma personalizada e individual, su sabiduría y su experiencia, así como compartiendo su vida y estableciendo una estrecha relación maestro-discípulo.

De algún modo, los conservatorios son los supervivientes en este mundo de esa manera de enseñar en el que el profesor artista ejerce su magisterio desde su profundo conocimiento y sabiduría pero también siendo consciente de las diferencias de cada alumno, de su punto de partida, su proceso y su potencial, sabiendo marcarle un camino que es diferente para cada estudiante, enseñándole a aprender en lugar de a seguir escrupulosamente su método y su hacer, a elegir criterios en lugar de imponérselos y a darle una autonomía que, si bien influenciada por su estilo y escuela, le convierte en un profesional diferente a los demás, con un modo muy personal de hacer , de interpretar , de comprender y de sentir el arte.

Además, la cercanía que se establece en la relación profesor – alumno al tratarse de clases individuales genera un clima y una riqueza humana donde, además de los contenidos, se ponen de relieve los valores, las actitudes vitales, y toda una manera de entender la vida y el mundo que el maestro aporta a su discípulo.

Pienso que esta es una riqueza muy valiosa de los estudios artísticos que es indispensable mantener y por la que tendremos que luchar todos los que estamos inmersos en esta aventura de la música, en la que creemos, con la que disfrutamos , sufrimos y por la que tantas veces nos hemos mordido la lengua cuando la gente nos hace preguntas como    “ pero, aparte de música ¿Qué estudias?” o “Sí, sí, tocas el piano pero… ¿Qué carrera haces?”














3 comentarios:

  1. Magnífico el modo de presentar la problemática y la cuestión... se ve claramente la necesidad de hacer una buena campaña en ese campo escolar y artístico, con un buen ver, juzgar y con un actuar que sea comprometido y reivindicativo para que se reconozca el verdadero valor que vuestra inquietud, disciplina y saber se merece, sobre todo por lo que aportáis y podéis dar a esta sociedad tan necesitada de lo bello, lo artístico, y su frutos como la paz, la serenidad, el gozo, la ilusión, el consuelo...

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  2. La dimensión formadora de la persona, más que el mero llenar de conocimientos las cabezas estudiantiles, debería ser el horizonte de todo proceso educativo. Gracias por la reflexión y por apuntar los caminos de la verdadera enseñanza.

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  3. Hola Alvaro me puedes explicar con la nueva ley Wert aprobada el pasado diciembre como quedo la titulación de los estudiantes de conservatorio? Lo ha hecho bien? Lo ha hecho mal? Los favorecen a ustedes o los desfavorecen? Y ante los estudiantes de música de conservatorios del resto de Europa como quedan ustedes?. Te agradezco tu explicación porque yo no he conseguido respuesta a mis interrogantes por más de que leo y leo la Ley Wert. Como eran las titulaciones antes de esta Ley?

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