Una vez hablaron
de ella en la crónica de sucesos televisiva.
Era una mujer
sencilla,
una niña de su
barrio,
una señora de
casa,
una chica de
provincias.
Frecuentaba la
fruta de temporada en el mercado por la mañana temprano
y paseaba por
horas a un señor mayor.
(no iba a la
escuela en verano)
Se emocionaba con
las novelas de siempre y las canciones de autor.
Con mucho
esfuerzo, o con poco, estudió un máster, un grado
o no estudió nada
(pues en su época y lugar no era lo propio o no se llevaba)
pero cultivó la
sabiduría
de las manos
atentas que amasan y miman
el tiempo, la
lucha y la paciencia.
La sabiduría del
calor palpitante en el vientre,
los flujos
portadores de la vida
y la ternura
subversiva de la tierra.
No le explicaron
muy bien, o se lo explicaron tarde (igual no quiso enterarse)
el por qué de
tanto trato favorable.
Aprendiendo,
asumiendo, asimilando
de la mano de los
mejores maestros:
“Las damas primero” o “las niñas bonitas no pagan dinero”.
Y, de los mismos
autores, llegaron más adelante:
“con faldita, y mejor si es corta” o “pásate después de clase”.
“Hazlo como le guste a él”, “si duele, más vale callarse”.
Un día
(fue contra todo
pronóstico, sin encomendarse a nadie)
madrugó, se puso
las sandalias.
Pedaleó deprisa,
soñó en voz alta,
amó lentamente
y llenó la plaza
con el grito
sesgado y marchito de cien flores arrancadas.
Cosió con punto
preciso
los retales, los
jirones
esparcidos por el
campo de batalla.
Si
nacemos a lo nuevo
que
sea con las manos manchadas.
Que
no se acostumbre el tiempo, que no se acostumbre el cuerpo,
que
no se acostumbre el alma.
Que
no se olvide la historia
de
la sangre y el sudor.
Y quédate bajo
este sueño de mil astrales memorias,
de venas que se
dilatan hacia rincones perdidos de pueblos
que guardan, con
vuestros nombres,
estelas de corazones
estelas de corazones
en un vuelo azul y
firme
que nadie detiene.
Que nadie
enjaula, a su paso,
la brisa
ni cerca las olas
del mar
ni agarra el soplo
del aire.
Imagen: Mural Arte, Amor y Libertad. Bárbara SiebenList ( Barrio de Lavapiés, Madrid. 2017)
cultivó la sabiduría
ResponderEliminarde las manos atentas que amasan y miman
el tiempo, la lucha y la paciencia.
Preciosa poesía. Gracias
Con tu permiso la comparto en el blog
ResponderEliminarAdelante, hermano.
ResponderEliminarGracias por tu sensibilidad.