Es esa sensación. Ya la
conoces.
El tren asciende a la
superficie
y te sorprende el día
amaneciendo
(ha venido con colores
nuevos)
Lees los periódicos.
Anoche
lloraron los niños de
Siria,
perdieron los de
siempre la Liga,
hicieron a Trump
presidente del mundo,
mataron a Dios en
Palestina.
Y anuncia el Corte
Inglés
que la primavera ha
llegado
pero yo lo sabía de
antes
cuando vi, tímidamente,
tu bicicleta aparcada
en mi puerta
y tu vestido de seda
y tus labios fruta de temporada (tiempo preciso
de espera)
y en las yemas de tus
dedos floreciendo
alondra de antigua
ausencia.
Primavera
que se desborda
por los bancales de
barro y de piedra.
Parece que llega tarde.
Parece que nunca llega.
La aguarda tu pecho
abierto
como surco sediento en
la tierra,
nostálgico
de manos labradoras
y de brotes furtivos de
hierba.
A pesar del fuego
abierto, los frentes y las trincheras
la primavera es
frecuente,
la primavera se cuela
en los pasos, las
esperas
las miradas de la
gente.
Hay una distancia, un
tiempo,
una luz
que nos apremia.
Abre el balcón. Un
campo
infinito
de aletargados corazones
de mármol
está
despertando afuera.
Ilustración: Cuando se me da la vuelta el corazón y florece (Técnica: punta seca grabado. María Belén Corso. 2014)
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