viernes, 10 de agosto de 2012

Defensores de la ley y el orden


Hace poco más de una semana fui al cine a disfrutar de la última entrega de la trilogía del Caballero Oscuro  de Christopher Nolan.
Esta nueva versión del personaje de Batman impresionante visualmente, al tiempo que profunda y rica en implicaciones filosóficas y sociales, me hizo pensar y no poco, a la luz de las reminiscencias que vierte en torno a los conflictos sociales y políticos que hoy asolan al mundo y a nuestro país en especial.
Hay quienes quisieron ver en este film una crítica o reflejo de la repercusión del movimiento 15 M.
El nuevo Batman de Nolan pone énfasis en el deber del Caballero Oscuro como justiciero que ya no actúa de manera individual sino como emblema de la ley y el orden, de la salvaguarda de unas estructuras sociales cimentadas, en un principio, para preservar la convivencia pacífica entre individuos.
El villano, en esta ocasión, Bane, es una bestia humana surgida de las sombras que ha crecido en un pozo oscuro en algún lugar de Oriente Medio y que no ha conocido más que el dolor y la desesperación desde su nacimiento. “No hay desesperación sin esperanza” decía, cuando contemplaba la luz que asomaba en lo alto del pozo, al tiempo que observaba el trágico destino de todos los que intentaban subir para escapar de tan espantoso lugar.

El caso es que este Bane parecía encarnar el caos, la idea de que no hay redención ni salvación posible…por eso en cierto momento irrumpe en una oficina de Bolsa (que bien podría ser Wall Street) dispuesto a sembrar el terror. Cuando libera a todos los reclusos de las cárceles, éstos celebran juicios improvisados por los que van pasando todos los millonarios especuladores, banqueros, políticos y policías para que ser finalmente condenados a la muerte o al exilio (que supone, igualmente la muerte).
Mi entendimiento del cine como entretenimiento por encima de todo me lleva a no tomarme con literalidad estas implicaciones que la mente sesuda o el espectador ávido podían sacar de la película y prefiero admirar sin más pretensión el gran trabajo cinematográfico de Nolan sin prejuicios.

Evidentemente, veo  este espectáculo apocalíptico en las antípodas de la realidad pero si, a pesar de ello,  intento buscar relaciones y coincidencias me topo de lleno con un mensaje tremendamente conservador, que escucho muy a menudo últimamente al hilo de los acontecimientos más recientes: la idea de que es necesario preservar ante todo la ley y el orden, cumplir aunque sea ciegamente las leyes que se nos imponen y seguir siempre las reglas del juego ya estipuladas por unos pocos...La idea de que salirnos de este tablero tan bien delimitado nos puede sumir en el caos y el desorden más absoluto.
Cuando un iluminado de IU como el alcalde de Marinaleda irrumpe en un Mercadona para robar alimentos muchos se llevan las manos a la cabeza, pensando adónde vamos a llegar con esto.
Este acto aislado, que no justifico en modo alguno puesto que es evidente que no son las formas ni los medios adecuados, no me parece alarmante si la idea es denunciar la situación de pobreza y desprotección que sufren muchas personas ante la crisis que vivimos, siempre que se haga sin agredir a nadie, desde la subversión pacífica y la no violencia.


Asimismo, muchos médicos declaran que infringirán la ley si ésta les impide continuar suministrando el tratamiento que necesitan enfermos a pesar de ser inmigrantes en situación irregular.
Me dan especial miedo estas leyes que acarician la xenofobia y racismo más incipiente, como esa nueva iniciativa del gobierno catalán que insta a denunciar vía móvil la presencia de mendigos en los trenes, catalogándolos como vagabundos, músicos ambulantes, vendedores ambulantes…
Pero a pesar de eso a muchos les seguirá pareciendo más alarmante el robo  del Mercadona, la desobediencia de quienes se niegan a acatar las leyes de sanidad del gobierno y la insurrección de los que se manifiestan y ocupan plazas ilegalmente para vocear y faltar el respeto a las autoridades…porque todo eso pone en riesgo el orden público, la seguridad, y las estructuras sociales, esas estructuras sociales  cuyos cimientos aprisionan y ahogan a tantos abajo para mantener el estatus, la calidad de vida  y la comodidad de otros muchos que vivimos arriba.


2 comentarios:

  1. Buena reflexión Alvaro. ¡¡Muy buena!!

    Saludos.

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  2. Sin comentarios...me lo comulgo entero. NO tengo ningún miedo al alcalde de Marinaleda... ni a los jóvenes en estas plazas de la indignación...

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