(Lc 13, 6)
Riégala una vez
más, aunque no sepas
el fruto que dará,
si algún momento
de la piel
castigada del sarmiento
darán brote,
sin ruido, algunas cepas.
Germinará
despacio, así, muy lenta.
Quizá ya ni la
esperes con paciencia.
Será en silencio,
débil, sin urgencia.
Será de noche, no
te darás cuenta.
Quizá estés
abatido cuando un día
el tesoro perdido,
siempre hallado
te sorprenda en
mitad de tu partida.
Vende todo, no
empeñes la alegría
que nace del
abrazo y del cuidado
pequeño, leve y
frágil de la vida.
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