Curioso, Señor,
que quieras
enseñarme del amor
a fuerza de
desamores.
Curiosos son los
caminos
y rutas donde me
llevas.
Curiosos son,
cuanto menos,
tus modos y tus
maneras.
Curioso siempre
tener
que aceptar tu
caprichosa
y divina
providencia.
Curioso que yo me
siga
empeñando en
amarrar
los tesoros que me
acercas.
Es curioso no
aprender
a pesar de la
experiencia
que no hay nada
que ganar,
que amar es solo
entregar
y no hay nada aquí
más cierto
que la breve
primavera
y el rumor azul
del viento,
Espíritu
que sopla adonde
tú quieras.
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