El
pasado sábado se conmemoró el primer aniversario del 15 M, el movimiento de los
indignados que hace un año salió a la calle alzando el grito inconformista
contra la corrupción y los excesos de la clase política, la dictadura de
los mercados , el paro y la asfixiante
crisis cuyas consecuencias azotan de forma más agresiva a los jóvenes, las
clases medias y bajas y los colectivos más desfavorecidos.
Yo
iba de camino a casa después de mi sesión matinal de estudio en el
conservatorio cuando vi a la multitud adentrándose en la calle Menacho y, al
igual que el Chaplin de Tiempos Modernos, me vi
en cuestión de segundos inmerso
en el meollo de la manifestación y alzando
una pancarta, al encontrarme por sorpresa con mis compañeros músicos de incombustible
espíritu revolucionario Irene y David Chiclana.
Ya
tenía pensado ir a pasar la tarde a la Avenida de Huelva (rebautizada como
Avenida de la Democracia) pero visto lo visto me sumé a la comitiva y
continuamos hasta llegar allí al grito histórico de “El pueblo unido jamás será vencido” , el indignado “no es la crisis, es el sistema” o el más
ingenioso “Un banquero se balanceaba sobre
la burbuja inmobiliaria…”
A
lo largo del día se sucedieron distintas actividades en el paseo. A pesar de no
ser muchos, me llenó de ilusión ver en los dos ratitos que estuve la inagotable
energía de caras ya conocidas y de jóvenes y no tan jóvenes que hablaban y
debatían sobre los problemas del mundo con verdadera convicción y empeño.
Muchas
opiniones eran radicales o utópicas y otras deliberadamente pacifistas,
anarquistas, comunistas…pero sin duda alguna todos compartían el punto común
del inconformismo y la indignación ante el sangrante comportamiento de los
gobiernos, los mercados y los bancos y la sensibilidad hacia los que más
directamente sufren las consecuencias de la actual coyuntura económica.
Cuando leía
los eslóganes y las pancartas me gustaba cada una más que la anterior: hablaban
de lo común y lo comunitario, lo público, la educación y el arte.
A pesar de
eso es triste leer casos de los excesos policiales y humillaciones por parte de
algunos miembros de las fuerzas de seguridad en esa noche y el modo en que los
políticos acotan las leyes para prohibir las tiendas y las acampadas y que la
situación no se desmadre (que sí, que tiene que haber límites para ejercer la
libertad de expresión y que las acampadas pueden obstaculizar el tránsito de la
zona y afectar al comercio... atemos bien estos cabos mientras seguimos guillotinando lo público y vendiendo
nuestros derechos y libertades al mejor postor).
Algunos
que critican el asunto dicen que los
indignados son unos perroflautas, que no
dan un palo al agua y que estando en una plaza y manifestándose no se soluciona
nada.
Hay también
políticos y periodistas de distintas parcelas que desprecian la significación
histórica de la reivindicación “Vosotros
lo que queréis es tener un piso con 20 años…¡anda y que os den!” o “Tomen el primer vuelo a Londres y a servir
café”.
Otras personas
comparten la reivindicación y el desacuerdo, valoran la protesta pero piensan
que salir a la calle a gritar no va a solucionar nada o bien prefieren no
hacerlo por vergüenza o comodidad.
Y
yo digo que más allá de la indignación y el inconformismo del movimiento, esto
debe traducirse en una implicación concreta social y política . Me consta que
muchos ya lo hacen, a través de las propias iniciativas del 15 M (ahí está la plataforma de afectados por las
hipotecas y las acciones a favor de la renta básica y demás campañas ) y otros
lanzándose a la aventura de partidos políticos y diversos organismos sociales.
Pero más
allá de eso me parece que ante una situación tan nefasta y vergonzosa con
tantos cómplices y protagonistas políticos, bancarios y especuladores que ven
los pequeños barcos hundirse desde sus flotas imperiales ¿Cómo no protestar,
cómo no alzar la voz pública, salir a la calle a agitar las pancartas o
simplemente estar allí?
Pues ,como
dijo otro indignado hace cosa así de dos mil años:
“Si callan éstos, gritarán las piedras”
El 15M es la revolución pendiente del siglo pasado, la que se inició en Francia y murió aburguesada; es el retorno a la política de aquellos a los que se desplazó sutilmente con maniobras y leyes excluyentes y exclusivas. Y ya está dando fruto: toda España hablando de economía y de organización pública, todos opinando de temas que antes nos quedaban lejanos, y sobre todo, tomando conciencia de lo que está pasando: mayor brecha social, más pobres, más diferencia entre la casta política y los ciudadanos... y mucho, mucho por hacer. Yo no me callo.
ResponderEliminarDisfruto, contemplo, sueño, admiro, acompaño, comparto, lucho, amo, animo, sigo... y cierto, si callamos, gritarán las piedras¡¡¡¡
ResponderEliminarHola Álvaro. Por suerte (o desgracia) hay algunos que llevan indignados toda la vida. La revolución jamás llega tarde, porque no deja nunca de suceder, al margen de los medios y las redes sociales. Abrazo.
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