Iniciar
algo. Arrancar el motor de un nuevo
proyecto. Abrir , con una mezcla de
miedo, recelo y apenas disimulada ilusión
infantil , una nueva puerta que, entreabierta, nos seduce y nos hace vibrar
en el continuo deseo de caminar, crecer , conocer, arriesgarnos y ser felices.
Estar
vivos es lanzarnos al mañana con la mirada limpia y la fe encendida, sin miedo
a tropezar de nuevo con esa piedra que siempre asoma a la vuelta de la esquina
cuando nos disponemos a reemprender la marcha con renovado espíritu.
Necesitamos
continuamente pintar horizontes a pesar de que, a veces, nuestra siembra no germine con los frutos que
deseamos. A pesar de que el fracaso, la
decepción y el cansancio nos recuerden de vez en cuando nuestra debilidad y
limitación.
En
esta mañana, mientras, según me cuentan,
los distintos sindicatos se distanciaban en la manifestación y nuevamente
barrían para casa para perderse en discusiones ideológicas y dejar de un lado a
todos esos españoles que, sin entender de banderas ni ideologías, se levantan
cada mañana sin la posibilidad de realizarse en la dignidad humana del trabajo,
yo me dirigía a San Rafael de Olivenza para compartir, con una parte de mi
grupo de referencia, mi Proyecto
Personal de Vida y Acción.
Es
lo que nosotros llamamos el PPVA, que no es otra cosa que poner los pies en la
tierra para mirar tu vida como algo vivo que palpita con desbordante inquietud
pero cuyo timón es necesario agarrar con fuerza y decisión para dirigirla a
nuestros deseos y realización más profunda.
En
el mundo de hoy en el que tanto se cotizan las sensaciones del momento , las
relaciones fugaces y los éxitos profesionales ante la galería, pararte a ver la
vida con ternura y sinceridad, desde la relaciones con los demás hasta la
economía y tu modo de vivir el ocio, con la palabra cálida de quienes se
sienten compañeros de viajes, de gozos y tristezas, no es para menos que
sentirse agradecido y abordar con nueva ilusión la aventura de vivir cada día.
Las
motivaciones: la opción por los pobres, el servicio o el conocimiento del
mundo, con el trasfondo de la seducción de Jesús y sus huellas en la historia.
Y
luego, compartir la comida para volver al mundo, al estudio concentrado, al
trabajo o al deporte, a la plaza pública, con la mirada renovada para aprender de todo y seguir, después de cuatro años compartiendo proceso, como un niño,
descubriendo, aprendiendo y caminando juntos, con la novedad del presente y la
emoción de la primera vez.
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