lunes, 16 de julio de 2012

Los desafíos del presente



Pienso que los jóvenes de hoy tenemos ante nosotros un desafío y una gran responsabilidad en todo lo relativo a la vida política y social: liberarnos de los prejuicios históricos que, enfundados en las ideas cada vez más obsoletas de izquierdas y derechas, nos hacen erigir discursos muchas veces marcados por estrechez de miras en el seguimiento ciego de uno u otro determinado color político.
Hay un peligro que es el de la apatía, el pasotismo, la indiferencia… es el peligro al que nos lleva el no haber luchado por muchas de las ventajas que se nos han brindado, muchas de las oportunidades que hemos recibido, el peligro de haberlas recibido gratis.
Y es que los que nacimos en un país en democracia no concebimos las cosas de otra manera. No hemos sabido lo que es vivir sin libertad de expresión, ni  lo que es la censura ni la dictadura , en definitiva.
No es nuestro el mérito de haber recibido una educación pública ni una sanidad gratuita y universal.

Nuestros padres y nuestros abuelos lucharon por conseguir unos derechos y unas libertades que para nosotros forman parte del paisaje natural de nuestra vida y es por esto que nos cuesta salir a la calle, reivindicar lo común. Es por esto que prima, en muchos casos, el individualismo y el egoísmo antes que la lucha por lo comunitario.
Probablemente esos que luchaban antes también luchaban por lo suyo, por su libertad, sus derechos, su dignidad, pero en ese camino lograron , sin darse cuenta, el milagro de lo público, el logro de muchos derechos y libertades para nuestro país,  para la sociedad y para la comunidad venidera.
Hoy giramos la mirada a Oriente y vemos a gente morir por la democracia: miramos a los que emergen en la asunción de sus derechos y libertades tras el cautiverio, la ceguera y aislamiento de las dicaturas en Egipto, Libia…hoy miramos a Siria y vemos a un gobierno tiránico sofocar el grito inconmensurable de un pueblo que clama vida y esperanza.
Y mientras, en nuestro país continúa la política de recortes, continúa el vomitivo espectáculo de una casta política que aplaude sin paliativos la sentencia de muerte a los derechos sociales, que golpea las prestaciones por desempleo, agrava la imposición indirecta que afecta a todos por igual, volviendo a acrecentar la brecha entre ricos y pobres y encima se jacta con un sonoro: “que se jodan”.
La idea de asistir impasibles a esta macabra comedia me revuelve el estómago y continuamente me pregunto qué puedo hacer ante todo esto.
En definitiva creo que lo que Europa, los mercados y el resto de países en mejores condiciones que nosotros hacen con España ahora no es distinto de lo que a lo largo de la historia lleva el norte haciendo con el sur y la deuda externa: exprimir  al que sufre, aumentar los intereses, hundir en el fango al desfavorecido  anulando sus posibilidades de desarrollo y su capacidad de emerger.
Y yo me pregunto ¿Qué podemos hacer?  Y cuando me hierve la sangre vienen a mí mente palabras e imágenes de revolución y recuerdo  a aquél indio que nos enseñó que la revolución y la subversión pueden hacerse desde la no violencia y con medios pacíficos: Alma Grande, Mahatma Gandhi. Él consiguió la liberación del imperio británico y la independencia de la India mediante la resistencia pacífica, la huelga de hambre, la desobediencia civil...sin derramamientos de sangre.


Me pregunto qué ocurriría si los estudiantes extracomunitarios se negaran a pagar sus matrículas por el hecho de serlo (sí sí, los extracomunitarios: el negro, el moro, el rumano…) , si los enfermos crónicos se negaran a “copagar” sus medicamentos y si distintas personas afectadas por la crisis iniciaran una huelga de hambre demandando, por ejemplo, que antes de atacar las prestaciones por desempleo, los diputados se recortaran los 3.126,52€ mensuales que cobran por ser diputados (sin contar los entre 775,15€ y
1.590,34€ más al mes  que perciben si pertenecen a alguna comisión y los 2.318,96€ más si tienen algún cargo, además los sueldos de cada partido…)

El mismo Jesús de Nazaret invita, de manera expresa, al incumplimiento de la ley cuando ésta obedece a intereses ajenos y no tiene a la persona en el centro:

 ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban; 
 Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?
 También les dijo: “ El Sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del Sábado.”
(Mc 2,25- 2,28)

Son muchos los referentes que podemos tomar en este momento histórico pero sin duda es necesaria ante todo esa indignación, esa afectación, el derecho a la subversión y el desafío al conformismo de los que intentan convencernos de que las cosas no se pueden hacer de otra forma y esto es “lo que toca”.

¿Acaso no es el mensaje idóneo para garantizar la perpetuidad y la continuidad de los que están arriba en detrimento de los que están abajo?



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