Hace poco más de un
mes llegaba a nuestro conservatorio la
noticia de que se había denegado el reconocimiento oficial de nuestras titulaciones
como Grados pertenecientes al Espacio Europeo de Educación Superior.
Tras muchos años de
lucha por un reconocimiento oficial de los estudios artísticos se había emitido un decreto ley, en virtud
del cual no sólo las universidades, sino también los centros superiores de
enseñanzas artísticas (Conservatorios , Escuelas de Bellas Artes…) podían
expedir títulos con tal denominación, de manera que mi promoción sería la
primera en salir a la calle con un Grado
en Música , Especialidad Interpretación, al igual que el resto de las
carreras universitarias que se han sumado al sistema Bolonia.
La mecha se encendió
cuando la Universidad de Granada interpuso una demanda a este decreto por
existir confusión entre ciertos títulos emitidos por la Facultad de Bellas
Artes y otras Escuelas Superiores Artísticas no universitarias.
Como consecuencia de
esto, el tribunal Supremo dicta en su sentencia la anulación de la consideración
de Grado a estos estudios superiores.
Esta sentencia ha
suscitado el debate en el mundo académico artístico y han comenzando
movimientos de asociaciones de conservatorios y centros artísticos para buscar
soluciones al problema.
La solución, como es
natural, pasa por establecer un marco legal y jurídico para nuestras enseñanzas
(con leyes específicas, pues el decreto ley es un mero parche) que les otorgue
una situación de igualdad y no discriminación con respecto al resto de estudios
universitarios.
Si bien todos
(profesores y alumnos) estamos de acuerdo en que es necesaria la homologación
de nuestros títulos al Grado europeo para así poder movernos en las mismas condiciones
con respecto al resto de carreras universitarias, no nos ponemos de acuerdo en
cuál es la mejor salida para este escollo.

Siendo conscientes
de que es necesario contrastar muchas opiniones y barajar muchas ventajas e inconvenientes
antes de formar una opinión clara, mi reflexión viene ahora de cara a lo que
considero las grandes riquezas de nuestro tipo de enseñanza y veo fundamental
preservar.
Nuestros estudios
son la herencia de una tradición artística que viene de la Antigüedad. Era
frecuente en épocas como el Renacimiento que un artista joven (pintor, por
ejemplo) con talento y capacidades expresase su deseo a un gran maestro de
estudiar con él y, si éste aceptaba, lo usual era que el discípulo se fuese a
estudiar durante una larga época a su casa, viviendo con él y absorbiendo al
máximo durante esta etapa, de forma personalizada e individual, su sabiduría y
su experiencia, así como compartiendo su vida y estableciendo una estrecha
relación maestro-discípulo.
De algún modo, los conservatorios
son los supervivientes en este mundo de esa manera de enseñar en el que el
profesor artista ejerce su magisterio desde su profundo conocimiento y
sabiduría pero también siendo consciente de las diferencias de cada alumno, de
su punto de partida, su proceso y su potencial, sabiendo marcarle un camino que
es diferente para cada estudiante, enseñándole a aprender en lugar de a seguir
escrupulosamente su método y su hacer, a elegir criterios en lugar de
imponérselos y a darle una autonomía que, si bien influenciada por su estilo y
escuela, le convierte en un profesional diferente a los demás, con un modo muy
personal de hacer , de interpretar , de comprender y de sentir el arte.
Además, la cercanía
que se establece en la relación profesor – alumno al tratarse de clases
individuales genera un clima y una riqueza humana donde, además de los
contenidos, se ponen de relieve los valores, las actitudes vitales, y toda una
manera de entender la vida y el mundo que el maestro aporta a su discípulo.
Pienso que esta es una
riqueza muy valiosa de los estudios artísticos que es indispensable mantener y
por la que tendremos que luchar todos los que estamos inmersos en esta aventura de
la música, en la que creemos, con la que disfrutamos , sufrimos y por la que
tantas veces nos hemos mordido la lengua cuando la gente nos hace preguntas
como “ pero, aparte de música ¿Qué estudias?” o “Sí, sí, tocas el piano pero…
¿Qué carrera haces?”
Magnífico el modo de presentar la problemática y la cuestión... se ve claramente la necesidad de hacer una buena campaña en ese campo escolar y artístico, con un buen ver, juzgar y con un actuar que sea comprometido y reivindicativo para que se reconozca el verdadero valor que vuestra inquietud, disciplina y saber se merece, sobre todo por lo que aportáis y podéis dar a esta sociedad tan necesitada de lo bello, lo artístico, y su frutos como la paz, la serenidad, el gozo, la ilusión, el consuelo...
ResponderEliminarLa dimensión formadora de la persona, más que el mero llenar de conocimientos las cabezas estudiantiles, debería ser el horizonte de todo proceso educativo. Gracias por la reflexión y por apuntar los caminos de la verdadera enseñanza.
ResponderEliminarHola Alvaro me puedes explicar con la nueva ley Wert aprobada el pasado diciembre como quedo la titulación de los estudiantes de conservatorio? Lo ha hecho bien? Lo ha hecho mal? Los favorecen a ustedes o los desfavorecen? Y ante los estudiantes de música de conservatorios del resto de Europa como quedan ustedes?. Te agradezco tu explicación porque yo no he conseguido respuesta a mis interrogantes por más de que leo y leo la Ley Wert. Como eran las titulaciones antes de esta Ley?
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