lunes, 26 de junio de 2023

Bucear en primera clase


Kate Winslet no se acordaba del vaho durante el amor

en el camarote del Titanic

cuando dejó a Leonardo DiCaprio hundirse

mientras ella se aferraba a la tabla a la deriva

¿No ves que no cabemos los dos? le decía

ella mientras Leo, aterido,

asimilaba con resignación el desenlace.

A lo mejor Kate se estaba anticipando a que en el futuro

DiCaprio pudiese abandonarla por otra más joven al cumplir los veinticinco

(eran sus veintidós cuando ambos protagonizaron

la oscarizada película de James Cameron

y quizá ya empezaba a verle las orejas al lobo).

La cuestión es que no hubo forma de salvarle

la vida al pobre

de Leo para disgusto

de miles de adolescentes que redoblaron su presencia

en las carpetas que pudieron verse en los institutos de todo el mundo

a finales de los noventa.


Hoy sigue siendo difícil mantenerse a flote

especialmente para quienes se gastan

entre dos mil y cuatro mil euros en montarse

en una incierta patera

de plástico con capacidad

para cuarenta o sesenta personas

y rezan con una brújula en la mano

para que ningún pez golpee la proa

de ese barco imposible y para que el rumbo

no se pierda y permanezcan

doce días a la deriva

pero todavía hay valientes en este mundo

que se gastan algo más de dos mil o cuatro mil euros

en bajar a contemplar

las arterias detenidas del Titanic

y al subir insisten: ¿No veis que no cabemos todos?

mientras miran a esos niños a esos padres

aferrándose

con sus brazos muertos

al fondo del océano.




Fotografía: Cordon Press, National Geographic

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