No es mi nombre
sino tu dulce fonética
redondeada
la que preña el aire a
su encuentro
cada vez que tú me
llamas.
No es mi nombre
sino tu fiel geografía
cromática
la que siempre que me
citas
colorea tus palabras.
No es mi nombre
no tiene mi nombre
nada
que no haya inventado
antes
tu boca llena de
alondras
cada vez que tú me
nombras.